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cookies

Empieza hoy una serie de posts especial. Se trata de un recopilatorio de perfiles que deja la gente en las webs de ligar. A lo mejor alguno es el mío. Se tratará de pequeños snacks dulces.
Va ligadas con este lindo post que me han publicado las chicas de QaD.

El primero, el no, aquí debajo:

IloveNY

profiles: el no


- Fuera del armario: para mí mismo
- Tamaño de pene: prefiero no decir
- Amigos: los míos
- Busco: alguien normal
No quiero nada con locas, ni ambiguos, ni gordos, ni peludos, ni nada que parezca humano.

Y uno va y, como un tonto, le envía un mensaje esperando respuesta.

burguer kings



Hay en Nueva York una cadena de restaurantes/dinners que se llama Jackson Hole. Es, digamos, lo mas tipico que puede uno encontrar en la ciudad. Tienen ocho hasta la fecha. Estos son los contadores del que hay en la segunda con la 83. Me encanta el sistema de calles ultracuadriculado.
Cuidado, si pedis algo no hace falta que os pidais el platter, porque ya hay bastante con la hamburguesa sola... American way, amigou.

Twesdaynshort

Hoy he visto...
...un bus de colegio como en los dibujos animados:

...un anuncio de iPod funky:



...este cartel:

...esta silla:

que era de este artista: delavega


Y os escribo desde este centro Apple de la Quinta con la Cincuenta y nueve:

GRATIS, por cierto

chase them clients


Esto es lo que hace este banco, en pleno barrio de Wall Street: si te abres una cuenta, te regala un frisbee, o un llavero...


desfibrilando

Ya he llegado. Despues de pasar por Roma y darme cuenta de que los italianos pueden ser tan tardones como nosotros o mas, me teneis aqui. Delante de mi teclado QWERTY sin acentos ni enye (los catalanes estaran contentos, jajaja). Aqui son las cinco de la tarde... asi que tendria que estar pensando en salir de juerga si estuviera alli. Os mantendre informados... Ya tengo fotos chulas...

Un desfibrilador del aeropuerto de Newark. Como los extintores, oye.

I'm gonna wake up in the city that never sleeps!!

I want to be a part of it

Estoy de los nervios, quedan 12 horas 12 para que me pille un avión a I want to be a part of it. Llevo tarareando Mecano, Frank Sinatra y Madonna una semana.

¿Recordáis que os hablé de la chica que está encontrando la clave de la mensajería en bici y la educación en medio ambiente con un viaje global? Pues a esta muchacha intrépida le pedí consejos para mi inminente viaje a Nueva York. Esto es lo que me recomendó, digno de reproducir:

De New York te recomiendo la guia Lonely Planet, se ajusta bastante a la realidad.
Yo conseguiría una bici (y no es coña) para pasear por el cinturón que rodea Manhattan y/o Central Park. Esto lo puedes hacer en unas cuatro horas cada uno, con sus paradas y sus fotos incluidas. Pueden ser dos días interesantes.
No te pierdas el puente de Brooklyn, el Empire State Building y la Estatua de la Libertad, a los dos últimos no he ido esta vez. Ya fui cuando era jóven y si es tu primera vez, deberías hacerlo.
Pasear, pasear y pasear. Pasear por el centro centro. Times Square y la zona súper comercial, la 5ª avenida. Y cuando cae la tarde el Soho, East Village, West Village, Nolita...
No hagas caso a quien te diga que tienes que comerte un Pretzel en la calle, es un simple trozo de pan seco, pero no evites una hamburguesa donde sea. Prueba, como mínimo, quince refrescos distintos y te quedarán trescientos por probar. Toma un Cosmopolitan a las cuatro de la tarde, a las seis y a las diez. Todos saben distintos.
Nueva York no es caro, y menos comparado con Barcelona, si vas de bocata y de comida China, aún te sobrará pasta.
En el metro compra una metrocard de diez viajes como mínimo, aún te faltarán. Paga con tarjeta donde puedas a menos que lleves mucho metálico. En bastantes sitios no aceptan tarjeta (sobre todo en sitio pequeños de comida rápida).
No es peligroso en absoluto. Evita mirar a los ojos y siempre empieza tus frases por: «Sorry...» (son muy educados y muy amables). Bueno, esto tampoco es Suiza, no te engañes, pero la gente mola.
Las calles están bastante sucias y hace un calor que flipas. Bebe mucha agua, mucha. La del grifo está súper buena, tipo mineral. Lleva unas toallitas para limpiarte la cara y las manos del sudor pegajoso (yo esto no lo hago, pero ¡me molaría haberlo hecho!)
No te desesperes con los nombres de las calles, en tres días te lo aprendes: «¿La 5ª con la 27, por favor..?» Ojo, no enseñes los mapas, no se van a enterar de nada, se lo saben de memoria. Si les enseñas un mapa se pierden fijo.
Un beso,
Aída

zona zero

No se vayan a creer ustedes que sólo en Gaudíliwood ocurren fenómenos paranormales en el transporte público. No, en la ciudad del salmorejo también. Hace no mucho, servidor de ustedes iba de la Renfe al hospital, en el bus, feliz de la vida. La ciudad estaba en todo su apogeo primaveral, cuando de repente entró. Perdonen las siguientes alusiones que haré a un ser humano. Se trataba de una mole, casi más ancha que alta, que no podía evitar rozar a todo el mundo por el pasillo, entre los asientos. Su cara parecía derramarse, con grandes ojeras, carrillos colgantes y papada en delantal. Pero esto, aparte de las consecuencias que tuviera para su propia salud, no molestaba en sí. Uno (que ha sido gordo), no se ensaña así como así con un ser seboso, si no hay mayor motivo. Lo peor es que exhalaba un profundo tufo penetrante y envolvente, que se revelaba en mezcla extremadamente ácida de transpiración, notas de orín y eau de cigarette. Eso era lo que distinguía a ese señor sobredimensionado del resto de los simpáticos gorditos (o no tan simpáticos, pero inocuos). Y tuve la dicha de que se sentara donde menos me convenía: detrás de mí. Como su aura pestilente abarcaba un área de unos dos metros de radio, yo me encontraba en plena zona zero.

peste
¿Se trataría de un coro?
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Por cierto, he añadido la sección «cuidados paliativos». Veréis una campaña de Amnistía Internacional en la que lucha contra la censura en la red. Participad.

difusión

Hoy El País dedica un artículo digital desbordado de comentarios a Manuela Trasobares, electa concejal por un partido republicano.
Creo que los votantes tenemos que elegir por la capacidad de gobernar y por la concordancia con nueastra línea de pensamiento. Además, es muy positivo para la normalización de la diversidad de identidad sexual que las personas transexuales alcancen puestos reconocidos socialmente (en todos los campos).
Esta señora ha sido capaz de atraer mucha más atención que el último refresco de Coca-Cola, con una aparición en la televisión valenciana. Con esto, volvemos al tema de la mercadotecnia. Se trata de una mujer a la que no le falta inventiva ni astucia. No dudo que era consciente de cual sería su repercusión mediática.




Yo por mi parte, no puedo menos que animarla en el reto de ayudar al pueblo de Geldo.

bike the world

Érase una vez hace muchos, muchos años un postadolescente universitario que se fue a cursar un año en una universidad extranjera. El estudiante en cuestión llegaba con el alojamiento acordado entre las universidades de orígen y de acogida. Ese alojamiento consistía en una habitación de (gracias a Dios si llegaba a) unos diez metros cuadrados, con lo necesario para sobrevivir:
- Ventana, en planta baja, sin barrotes y olé.
- Contraventana.
- Fresquera: dícese de el espacio entre la ventana y la contraventana en los meses de noviembre a febrero.
- Cama.
- Sofá (la cama).
- Silla y silloncito.
- Escritorio.
- Mesa para comer (el escritorio).
- Armario.
- Estanterías (las del armario).
- Vanity, pero sin fair (lavabo y espejo).
- Puerta (una entre treinta en el pasillo).
Luego había una habitación con una encimera de obra, dos placas eléctricas, un aro del que colgaba una bolsa de basura comunitaria, un fregadero de dos senos y un par de ventanucos. Algunos lo llamaban la cuisine.
También teníamos otro «espacio» con tres duchas y tres retretes. Éstos no tenían tapa. Aquéllas siempre estaban libres. Pura higiene, oiga. Vive la France.

Las deplorables condiciones en las que nos encontrábamos nos hacían trabar lindas relaciones entre estudiantes de todas nacionalidades. Una de las personas que recuerdo con más cariño es una chica que ahora está llevando a cabo un proyecto increíble: la vuelta al mundo en bici. Bueno, en realidad hace un estudio acerca del uso de la bicicleta y sus beneficios para el mundo actual. Es interesante porque además trabaja la perspectiva empresarial. Recomiendo leer lo que está «sufriendo» esta niña en:
http://www.biketheworld.es/

melocotones

Recuerdo los veranos en la casa de la playa. Mis abuelos los pasaban en la costa, en un barrio de bungalows monísimos, el barrio de los pescadores. Se llamaba así, no por que vivieran allí pescadores, queda a un kilómetro de la playa, sino porque los nombres de las calles estaban dedicados a «pescadores de hombres»: Velázquez, Juan XXIII o Isaac Albéniz, entre otros. Allí que nos íbamos mi hermano y yo, a hacer compañía a mis abuelos y a liberar un par de semanas a nuestros padres de tenernos bajo su cargo, criaturas.
bungalowsLa casa de la playa tenía dos entradas. Una entrada tenía un patio coqueto, con su verja blanca, con sus arriates, con su manguera y con su jofaina de zinc gigante, pero que se utilizaba poco. No obstante, recuerdo que mi abuelo lo cuidaba con esmero. Regaba y podaba las plantas, y le daba su capita de minio a los barrotes antes de pintarlos. Ahora es mi padre el que en nuestra casa cuida de que las plantas estén bien atendidas y nos recoge las mejores rosas. A mi abuelo se lo llevó la edad, o el Señor, que es lo que preferimos creer en casa.
La otra entrada era la de la cochera. Con los mismos barrotes, rara vez se utilizaba como cochera y normalmente se convertía en la puerta principal. A mí me gustaba, porque eso hacía nuestra casa diferente del resto de las casitas del barrio. Ahora pienso que, además, la hacía abierta, pues la vida se desarrollaba en el patio interior de la casa, conectado con la cochera por un porche. Todas esas puertas solían estar abiertas cuando había gente en la casa, un gusto que cada vez nos podemos dar menos. El patio interior olía a jazmín, y aún hoy cuando ese olor se desliza por mi nariz, el hipocampo me lanza retrospectivas de mi más tierna infancia.
En uno de estos flashbacks estamos mi madrina y yo, antes de ser mi madrina, entonces sólo tía. Estamos en el patio de la casa, no recuerdo muy bien qué hago yo. Sé que soy prepúber, como mucho, y que mi tía está pelando melocotones que saca de un cubo con agua. Sé que me encantaban como ahora, o más. Mi tía me explica que su tía Carmen, se ponía igual que ella y los pelaba, y le decía: «¿Quieres un poco?». Entonces, del melocotón pelado la tía Carmen cortaba un casco con el cuchillo y se lo daba a mi tía. Y eso es lo que ella hace conmigo. Pela. Corta. Comparte. Recuerdo mirar el trozo de melocotón como agua de mayo. Es la manera ideal de calmar sed y hambre. Recuerdo el zumito, que chorrea por mis dedos. Recuerdo que mi tía deja de preguntar y me sigue dando un trozo tras otro. Y sonríe.

Arrancado de mis entrañas gracias a estos textos de Elena Medel, del especial de Córdoba de Granada ciudad poética.