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la boutique dézomm

Mi amiga Astrid es diplomática, pudiente y elegante. Ha estado en Nueva York y me ha contado su visita. De lo que me comenta, me ha llamado la atención que acaban de abrir un negocio muy peculiar en la ciudad, entre la Quinta avenida y la Madison, a la altura de la calle cuarenta y siete. Se trata de una tienda en la que las señoras (quienes se lo puedan permitir) pueden elegir el marido que les parezca más adecuado. Como siempre se queja de que nunca le es fácil emparejarse, porque su puesto implica demasiada movilidad, probó a ver qué le deparaba la boutique.
Por lo visto, la tienda tiene un funcionamiento muy particular, ya que no se trata de «un producto cualquiera».Todo está lleno de caballeros atentísimos y muy bien parecidos. Al entrar, el que será su dependiente personal, que no está disponible, se encarga de explicar cómo funciona:
«La boutique se puede visitar una sola vez, de modo que si está de acuerdo, la señora dejará su foto y sus datos en recepción y firmará un acuerdo que la protege del uso inadecuado de los mismos.
El edificio dispone de varios niveles. Podrá elegir su hombre en el nivel en el que se encuentre o subir a un nivel superior.
No obstante, no está permitido volver a un nivel inferior. El recorrido ha sido diseñado para que se pueda abandonar la boutique desde cualquier planta, sin volver a las anteriores.»
Después de arreglar el trámite inicial, cuenta que la subieron al primero, donde encontró un pasillo con una especie de boxes, sin esquinas y con finas paredes curvas, en los que había hombres de distintas edades. Estaban sentados en sillas o en taburetes altos. Me explica que el espacio era diáfano, gracias a unos techos altos y a la distribución, pero los boxes estaban dispuestos de modo que impedía que si hablaba con uno de ellos, los otros los vieran u oyeran. Además, el dependiente acólito también se retiraba estratégicamente.
Dice Astrid que los paneles de los niveles inferiores rezaban así:

  • Nivel I, hombres trabajadores y piadosos (God bless America!)
  • Nivel II, hombres trabajadores, piadosos y amantes de los niños
  • Nivel III, hombres trabajadores, piadosos, amantes de los niños y atractivos
Aquí Astrid se quedó un rato y me cuenta que ya a esa altura se quedó sorprendida de los ejemplares que había.
  • Nivel IV, hombres trabajadores, piadosos, amantes de los niños, atractivos y hacendosos en el hogar.
Astrid dice que no se lo podía creer. Además, había de varias razas, complexión, estatura y vestidos con distintos tipos de ropa. Pero siguió, confiando en la altura de los edificios de Manhattan.
  • Nivel V, hombres trabajadores, piadosos, amantes de los niños, atractivos, hacendosos en el hogar y románticos.
Me explicó que estos, sin excepción, tenían una gracia y una sonrisa natural penetrantes. Le llamó la atención el hecho de que los había desde los más viriles hasta los más delicados. Estuvo hablando con un par, viéndolos en sus cubículos, y volvió con el dependiente para subir al siguiente piso.
Un panel mayor la esperaba.
Nivel VI, es usted la visitante número 4.363.012.
En este nivel no encontrará maridos, pues se ha construido únicamente para probar la imposibilidad de satisfacer a las mujeres.
Gracias por su visita. Le deseamos un magnífico día.

Astrid me dijo que en este punto miró al dependiente, que sonreía dudosamente, con una cara entre indignada y contenida. Salió con una mano en la cara, de vergüenza que le entró, y no se dedicó a increpar al de la tienda, porque le pareció un desperdicio de tiempo.

Amor y humor para todos.