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Lesbos

Lo confieso. Tengo un perfil pululando por la web. Está en uno de estos portales para conocer gente. Hay concursos y todo y me tocó una entrada al Great Ball of Love. He de admitir que no hubiera ido si hubiera tenido que pagar la entrada yo, pero no me arrepiento.
Atención, detalles escatológicos: Cuando iba a asearme para tirar hacia la fiesta tuve una incidencia intestinal. Digamos que de tipo 7.
La anfitriona del portal, Gloriosa ella, nos envió un correo electrónico para quedar en la puerta los que teníamos entrada gratis. Gracias al uso del «responder a todos», el mensaje se convirtió en conversación y decidimos quedar con tiempo, antes de la fiesta, para tomar algo y conocernos. Cuando llegué al punto de encuentro noté algo, un no-sé-qué al que no presté mucha atención.
Decidimos ir a la Oveja Negra. Por -ejem- alguna extraña razón, yo no podía beber más que refrescos de cola o té. Gracias a esta lucidez, me di cuenta de que el mío era el único miembro del grupo. ¡Por Artemisa! Estuvimos charlando, derramando sangría por la mesa, haciendo fotos y todas esas tonterías que nos encantan a los humanos cuando salimos en rebaño. Llegado un punto, salimos a la calle para tomar el transporte público hacia la fiesta. Una vez más noté algo que no cuadraba, pero lo ignoré de nuevo.
Nos dirigimos al fòrum en pandilla. Había un amplio abanico de edades y me tocó ser el abuelo. Vaya. Nos bajamos en la plaça de les Glories Catalanes, en la que -como no podía ser de otra manera- alguien hizo un comentario acerca de lo fálico en la torre Agbar de Jean Nouvel. Una linda rastafari rubia, que estaba en el grupillo, tuvo la gentileza de compartir conmigo un cigarrillo mixto. Consecuencia: cuando estábamos todas y un servidor montadas y montado en el tranvía, a un servidor de ustedes le dio por preguntar acerca del orgasmo múltiple. Ante mi grata sorpresa, no se cortaron ni un pelo y hasta sacaron el tema de la consabida eyaculación femenina.
Llegamos al parc del fòrum y dimos una vuelta tremenda para encontrar la fiesta. Entonces todo me cuadró. Si yo creía que la fiesta iba a ser en Hospitalet ¿por qué estábamos en la otra punta de la Diagonal? Claro, yo confiaba en que la gente con la que quedaba sabía de qué iba la cosa. En ningún momento dejaron de saberlo. Tan sólo sucedió que estaba claro que no había que especificar... ¡¡Me llevaron a Lesbolandia!! Me adoraron por ir con ellas.
Yo he de decir que disfruté bastante. Fue todo un descubrimiento. Nunca antes había estado en un sitio tan lleno de mujeres, tan exclusivamente lleno de mujeres de todo tipo. Descubrimiento. Sorpresa. Androginia. Ahora estoy convencido de que la androginia es mucho más efectiva y estética en mujeres.

Conocí a unas gemelas. Primero una me preguntó que si era gay, así, directamente en la tercera frase más o menos. Luego me presentó a su hermana que pasó por nuestro lado mientras charlábamos. Más tarde estuve charlando con la hermana, que no tardó en hacerme la misma pregunta. Me hizo gracia, la verdad. También conocí a una neoyorquina monísima que me preguntó por qué llevaba una tarjeta de metro de NYC colgando de la cremallera de mi mochila.
Acerca de la androginia diré que llega a ser tan efectiva que -hasta que asumí que no tenía por dónde ligar- me hizo girar la cabeza repetidas veces, mientras buscaba un hombre. Éramos como tres, reconocibles porque teníamos barba. Pronto decidí no complicarme intentando ligar, por lo improbable del asunto.
Mi no-alcoholización me permitió disfrutar y analizar. La compañía fue muy agradable. La pandilla era variopinta y conocí a una chica de Tarragona que me pareció muy interesante. La música no me gustó, aunque estuve bailando toda la noche (porque ir pa ná...), con el abanico, claro. Los visuales nos parecieron muy originales al principio: pasaban a Betty Boop. Luego nos dimos cuenta de que eran un timo porque se dedicaban a pasarlos en bucle. La luminotecnia resultó pésima, por el uso excesivo de estroboscopio, que es muy nocivo. Además, estábamos junto al mar y desperdiciaron la oportunidad de dejar un lado abierto con vistas al mar y que nos hubiera dado una brisita genial. Por supuesto, lo que me pareció peor fue que separaran a hombres y mujeres. Como concepto, sin menoscabar en la experiencia de la noche bollo. Entiendo que el efecto del voyeur afecte más a unas chicas enrollándose que a unos chicos, porque la educación de unas y de otros es distinta y por lo tanto se hereda una percepción de las relaciones diferente. No obstante, podrían haber utilizado un único recinto para todo el mundo, con áreas separadas pero a las que se pudiera tener acceso con la misma entrada. Será que no hay mucho espacio en el fòrum. O será que somos segmentos de mercado distintos.

Un cero para la organización del Loveball.

La isla de Lesbos

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